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Crónicas
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1ª EXPEDICION AL SUR DE AFRICA TERRITORI 4x4 AGOSTO 2010

Tras años viajando por Namibia, en Territori 4x4 nos planteamos un nuevo reto en el sur del continente africano, cruzar el mítico Kalahari y seguir las huellas del aventurero británico David Livingstone pasar las Cataratas Victoria y alcanzar las playas del Océano Indico en Mozambique.

El plan fue preparado durante meses y en febrero del 2010 fue presentado en sociedad, 48 horas después del anuncio el grupo estaba completo.

El viaje se planteaba como una verdadera expedición donde el reto 4x4 más importante era cruzar el Kalahari, un objetivo muy difícil ya que estamos hablando de más de 500 Km. de arena, aderezados con la compañía de los animales que por allí viven y la soledad más extrema que se puede sentir.

VICTORIA FALLS, CHOBE, MOREMI Y DELTA DEL OKAVANGO Tras llegar a tierras africanas, nos entregaron los 4x4 preparados con todo el equipo de acampada solicitado y nos dirigimos hacia la reserva forestal del Chobe entre Botswana y Zimbabwe, donde acampamos entre elefantes, que utilizaban este espacio protegido para alcanzar el paraíso del río Okavango.

El río Zambeze corta la carretera y conforma la frontera natural entre Botswana y Zambia, una barcaza de nacionalidad zambiana cubría en escasos 15 minutos el trayecto que separa ambas orillas del río, llegados a Zambia entramos en la verdadera África, con todo lo bueno y lo malo que esto representa.

Tras dos horas de laborioso papeleo y superar con resignación y estupor el espíritu recaudatorio de la administración aduanera en Zambia, logramos entrar en el pueblo de Kazungula.

Tras 60 Km. alcanzamos nuestro primer gran objetivo del viaje, la población de Livingstone y las cercanas Cataratas Victoria. Un Lodge precioso nos sirvió como medicina y terapia para olvidarnos del duro trago de la frontera, los elefantes campaban a sus anchas, y una increíble puesta de sol sobre el Zambeze disipó casi completamente nuestro resignado enfado.

El día siguiente se realizaron dos actividades espectaculares, sobrevolar con helicóptero las Victoria Falls y otra mucho más adrenalínica, recorrer los rápidos del Zambeze en un Rafting catalogado como de los más difíciles de aguas bravas del mundo.

Por la tarde fuimos a visitar las espectaculares cataratas redescubiertas para el mundo occidental por el Dr. Livingstone, el 16 de noviembre de 1855, a las que los Makololo llaman “el humo que truena” y Livingstone dio el nombre de cataratas Victoria en honor de la reina de Inglaterra.

La visita fue de nuevo amargada por la aduana zambiana que seguía manteniendo una actitud depredadora con la economía de los turistas que allí llegábamos, ya fuera a pie o en coche, no tenía piedad y su ánimo lucrativo y recaudatorio carecía de límites.

Tras la visita de día completo por las aguas del Zambeze y sus más famosas cataratas, catalogadas como una de las siete maravillas naturales del mundo y declaradas por la UNESCO Patrimonio Mundial de la Humanidad, tomamos nuestros 4x4 para abandonar suelo zambio, no sin antes pagar un nuevo impuesto de salida a la policía local.

Cruzamos el río con el ferry y llegamos a Kasane, puerta de entrada a la reserva forestal que precede al Parque Nacional del río Chobe. Unas manadas de impalas, antílopes sable y bastantes elefantes nos dieron la bienvenida a la acogedora Botswana. Limpieza de neumáticos y zapatos para liquidar posibles bacterias zambianas y comenzamos el camino hacía el Chobe.

Una pista con muchísima arena resultó ser una trampa para alguno de los expedicionarios que tuvieron que ser eslingados por los compañeros que con más fortuna y potencia en sus 4x4 hubieron superado el obstáculo. Las dos horas que allí se gastaron nos impidieron entrar en el Parque Nacional, haciendo una acampada improvisada a sus puertas, en un lugar recomendado por los mismos Rangers. Al estar en una zona habitada por elefantes hicimos un campamento del todo comparable con las de los antiguos colonos del Oeste americano, con la diferencia que en vez de diligencias nosotros teníamos 4x4, y en vez de indios nuestros potenciales visitantes eran los elefantes africanos.

Ya en el Chobe National Park, observamos que aunque era época seca, los ríos descendían con un alto nivel de agua, gracias a las lluvias en sus cabeceras durante junio y julio, un par de vadeos nos recordaron que sin un 4x4 el viaje no sería posible. A un par de Km. otra agradable sorpresa una familia de leonas con sus cachorros posaban para nuestras cámaras, ávidas por captar ese primer contacto con los felinos más impresionantes de África.

Satisfechos, ya teníamos dos, el león y el elefante, de los “big five” (cinco grandes) capturados por nuestros objetivos.

La proximidad del Delta del Okavango y la reserva de Moremi, con gran abundancia de agua, impidieron ver muchos animales en el Chobe que preferían abastecer sus necesidades en esas otras zonas. Eso nos obligó a modificar la ruta y dirigirnos a Moremi, lo ríos se encuentran llenos de vida, elefantes, hipopótamos, antílopes y por fin el tercero de los “big five”, una manada de búfalos cafres bebiendo a orillas del río, impresionante.

La gran cantidad de agua y barro almacenada durante semanas, nos cortaron el camino de vuelta, el coche que abría quedó atrapado y tuvo que ser rescatado por los compañeros. Todo quedó en una emocionante anécdota, teniendo en cuenta la cantidad de animales que habíamos visto unos kilómetros río arriba.

Llegamos a las puertas del más grande delta interior del mundo, el del río Okavango, donde nos alojamos y cenamos en un Lodge de la población

Al día siguiente se sobrevoló el Delta del Okavango, que en esta ocasión llevaba muchísima agua lo que facilitaba la visión de las grandes manadas de elefantes, búfalos o jirafas que allí pasaban el invierno.

Tras el vuelo el grupo nos abastecemos de comida y bebida porque el día siguiente iniciaremos el gran reto 4x4 del viaje, cruzar completamente y por su parte central el Kalahari, la patria de los bosquimanos y donde aún viven los legendarios leones negros del desierto.

EL GRAN RETO 4x4 DEL KALAHARI: SOLO PARA MUY EXPERTOS Con todo preparado, tomamos carretera y nos dirigimos rumbo a la aventura, la cercana puesta de sol nos avisa que esta noche deberemos realizar otra acampada libre a unos 20 kilómetros del Kalahari. La velada fue perfecta, carne y butifarras a la brasa, ensaladas al gusto, whisky breefing, cielo infinitamente estrellado, la cruz del sur, en fin,… mágico.

Muy temprano salimos del lugar donde hemos pasado la noche para iniciar nuestra gran aventura, dentro de la aventura que de por sí era el viaje, a los 50 kilómetros y ya dentro del Kalahari, el grupo de cola se ve sorprendido por un majestuoso león negro que corría rugiendo, fue una como una alucinación extraordinaria, seguimos al enorme animal que durante unos instantes se detuvo para observarnos, pero al rato oímos más rugidos que provenían de otro extraordinario ejemplar que estaba corriendo tras el primero, fue impresionante, extraordinario, increíble, indescriptible, por las emisoras nos comentábamos las sensaciones, pero de repente sin que nadie lo esperase, un tercer león negro, majestuoso, enorme, precioso, pasó entre los coches rugiendo y demostrando un poder por el que los allí presentes entendimos por que el león es el rey de la selva y también en aquel momento, del desierto. Describir esos minutos que duró el pase de modelos leoninos es del todo imposible, sólo dar gracias al destino que hizo que estos maravillosos ejemplares se cruzaran en nuestro camino y nos dedicaran sus rugidos y sus miradas aterradoramente curiosas.

Mientras tanto el grupo que abría, ajeno a las sensaciones que habíamos vivido, estaban deleitándose con cuatro espléndidos guepardos que caminaban justo con los primeros rayos del Sol en medio de un inmenso “pan” (lago seco salado).

Gracias al seguimiento que nuestros compañeros hicieron, el grupo que habíamos visto los leones también pudimos disfrutar del señorial espectáculo que estos veloces animales nos estaban regalando, el “cheetah” o guepardo no pertenece al grupo de los “big five”, que nosotros tras esta impresionante escena decidimos incrementar con el nombre de los “big six”. La experiencia con los animales más rápidos del mundo duró unos 30 minutos hasta que decidieron esconderse entre las gramíneas que poblaban una buena parte del árido y reseco Pan.

A partir de es ese momento, empezó lo duro, la arena y el Kalahari, la pista era muy difícil, un río de arena que no nos permitía avanzar lo rápido que estaba previsto, sabíamos que cualquier incidente, en forma de problema mecánico o pinchazo de una rueda sería todo un problema, ya que por propia experiencia conocíamos de la existencia de depredadores por la zona que estábamos conduciendo.

Por fin justo cuando el Sol quería decirnos hasta mañana, alcanzamos Xade, un lugar solitario donde un amable Ranger nos acogió y nos regaló leña, que no tuvimos valor para recogerla por el camino, para poder cocinar en un lugar protegido de los animales.

La cena y la velada ya os la podéis imaginar, la dureza de la pista y los felinos ocuparon gran parte del whisky breefing, amenizado por Alex de Multiespai de Granollers, que como fantástico barman que es, nos preparó unos excelentes gin tonics con…. ¡¡¡hielo!!!!!. Soberbio y sorprendente.

Al día siguiente el Ranger nos condujo a una charca próxima donde, como no, aparecieron uno detrás de otro hasta siete ejemplares de diferente sexo y edad de leones del Kalahari, indescriptible.

Tras el excepcional amanecer rodeados por leones negros, el grupo se dividió en dos, una parte fue en busca del único pueblo habitado por los bosquimanos del Kalahari y el otro que siguió rumbo sur, con el reto de cruzar completamente el Kalahari por su parte más extrema y difícil.

Los dos grupos se reencontrarían dos días después en un Lodge situado a 300 Km. al sur de Johanensburg, con todos los objetivos conseguidos, aunque el grupo del Kalahari tuvo algún que otro “problemilla” que se solucionó gracias a la experiencia de sus integrantes. Jesús, Javier, Juan Gimenez (tres eran los Juanes de la expedición) y Pepe, hicieron un buen trabajo, rodeados por el fuego de los secos campos del Kalahari, (En aquella zona estaban quemando rastrojos)

Por cierto este grupo también pudo ver bosquimanos es sus ancestrales poblados y fue un placer poder contactar con esos supervivientes del Kalahari, donde realmente parece imposible que se pueda vivir.

Tras salir del legendario, mítico y durísimo Kalahari, satisfacción y cansancio, en la primera gasolinera que encontramos llenamos los vacíos depósitos de nuestros 4x4 y seguimos rumbo sur para cruzar la frontera y reencontrarnos con nuestros compañeros de viaje.

Por teléfono supimos que dos horas de tiempo nos separaban, llegar al Hotel fue duro ya que parte del viaje se hizo de noche, en Sudáfrica antes de las seis ya oscurecía, y a los pocos minutos la noche era tan cerrada que parecía que eran las doce.

Desayunamos a las ocho, no se si por la emoción o por el hambre, o por ambas cosas, el desayuno fue extraordinario y generoso, con los clásicos huevos, bacón y salchichas, nos obsequiaron con unos filetes de ternera exquisitos, realmente un desayuno que bien podía ser un desayuno-comidamerienda ¡¡¡

Al salir de la autopista, entrábamos en el reino de los zulúes, bravos hombres y mujeres que antaño se enfrentaron, y en muchas ocasiones vencieron, a sus ocupantes británicos, en nuestro camino pasamos por varios de los escenarios bélicos donde colonizadores y nativos se enfrentaron con el mismo objetivo pero con diferente justicia, unos por su derecho a defender su tierra y los otros por la ambición de conquistarla.

Por pistas fuimos viendo como vivían, en ancestrales rondabels o cabañas de madera, tuvimos la suerte de ver una reunión tribal, donde todo el pueblo estaba sentado escuchando el menaje del líder.

Comimos al lado de una cascada, por la que lamentablemente caía sólo un hilillo de agua. Seguimos nuestro paseo por las crestas de las montañas, lo que nos permitía tener una magnífica panorámica de la región.

El Sol enmascarado esta vez por el polvo que dejaban tras de si nuestros 4x4, nos alertaba que la rápida oscuridad acechaba, encontramos un lugar entre árboles cercano a un poblado y allí decidimos acampar.

El buen humor y lo bien que nos lo estábamos pasando no pudo reflejarse en el whisky breefing de esa noche, porque al día siguiente debíamos levantarnos muy temprano, íbamos a por el cuarto de los cinco grandes animales de África, el rinoceronte.

Una hora antes del amanecer, el grupo partía con total puntualidad, estábamos ansiosos por tener nuestro primer encuentro con el gran rinoceronte blanco.

Justo cuando los primeros rayos del Sol empezaban a asomar por el horizonte entrábamos en la reserva, con un tamaño parecido a la provincia de Barcelona y donde viven unos 1200 rinos. ¡Imaginar la dificultad de encontrar un rino¡

El grupo se fragmentó en tres partes para aumentar las posibilidades de encuentro, y justo a los 10 minutos de cruzar la entrada, una rinoceronte a punto de parir empezó a moverse al lado de los grupos que de forma espontánea se reunificaron, fue un espectáculo soberbio, la enorme hembra estaba muy nerviosa y se movía de forma brusca, debía estar sufriendo los dolores del parto, y decidimos partir para no molestarla en ese momento tan importante de su vida y el de una especie en peligro de extinción.

Con la emoción de haber podido contemplar tan de cerca el coloso animal del gran cuerno, volvimos a dividirnos con la satisfacción de haber cumplido con nuestro objetivo, pero con la esperanza de ver más rinocerontes.

A las pocas horas nuestro grupo vio un macho a unos 200 metros de la pista, era una estepa sin mucha vegetación que nos permitió acercarnos muy cerca del animal, que sin detenerse por la proximidad de los cuatro vehículos fue caminando hasta mostrarnos su familia, una hembra y una cría que debía tener algunos pocos meses. Paramos los motores y durante un buen rato disfrutamos de ese singular espectáculo, al final y cuando pusimos los motores en marcha, la hembra ejerció con sus funciones de madre y lanzó una mini carrera de un par de metros contra el coche Javier, era su forma de decirnos hasta siempre o más probablemente de decirnos que les dejáramos en paz.

Comimos en un lugar seguro y esperamos hasta la tarde para abandonar el Parque. Estábamos entretenidos con unos búfalos comiendo, cuando por la emisora Javier Jacoste, que estaba en el asfalto, nos avisa de la presencia de una pareja de rinos en estado muy tranquilo, todo los grupos incluso los que ya habían llegado a la salida, situada a escasos dos kilómetros del lugar, nos reencontramos, los animales sabedores de su poder y seguros de no tener enemigos, paseaban a nuestro lado sin titubeos ni temores.

Pero como algunas veces pasa en Territori, lo bueno estaba aún por llegar, cuando nos íbamos, por cierto muy satisfechos por lo vivido durante todo el dia, apareció una hembra rino y su cachorro de semanas a escasos 100 metros de nosotros, detuvimos los coches, paramos motores e hicimos el silencio, la cría muy curiosa al ver tanto animal blanco de cuatro ruedas” delante suyo, se fue acercando metro a metro hacía el nuestro, mi pequeña Janna estaba con la cámara de fotos disparando sin parar, la madre rino estaba justo detrás de su pequeño con un enorme cuerno que cortaba la respiración, el canijo, con sus buenos 200 kilos de peso, se iba acercando cada vez más hacía nuestro coche, yo estaba pensando que pasaría si la madre se enfadaba, cuando estaba a un metro del coche, Janna no pudo resistir más y subió un poco el cristal de la puerta, realmente yo estaba con un congojo elevado, el ruido asustó al pequeño que dio un brusco giro chocando con la madre, retrocediendo los dos y alejándose de nosotros unos metros, fue una experiencia indescriptible de temor, de esplendor, de ansiedad, de espectáculo, de fuerza, de amor materno, de cría curiosa buscando su aventura, de hija al lado de una bestia enorme con un cuerno gigantesco, de padre y madre sufriendo mucho, en fin fue sublime y maravilloso, aunque algo adrenalínico y gracias a la sangre fría de mi hija tenemos la secuencia completa del acercamiento hasta el coche, que hace innecesario todo el texto que acabo de relatar.

Salimos de la Reserva muy felices porque todos habíamos visto y de muy cerca el cuarto animal de los “big five”, ahora sólo nos quedaba el esquivo leopardo, ¿lo veríamos?

Acampamos muy cerca del mar en un terreno que muy amablemente nos cedió una señora, allí conocimos a un chico francés de Bretaña, casado con una nativa, que nos acompañó y junto con Cisco y su hija Janna (dos Jannas en un mismo viaje, que casualidad ¿no?) improvisaron unos magníficos tríos con sus guitarras, una vez más la magia de Multiespai apareció y unos excelentes combinados alcohólicos amenizados con el hielo de la reserva especial Juan Lorca, nos hicieron pasar unos inolvidables momentos.

MOZAMBIQUE: UN EXTRAORDINARIO DESCUBRIMIENTO Siguiendo las instrucciones de un buen amigo de Territori 4x4, Cesar, incluimos en nuestra ruta Mozambique, con un recorrido que, después de ver y vivir lo que vimos y vivimos nos pareció tan corto que le próximo año pensamos en ampliarlo mucho más y confiamos que Cesar nos acompañe.

Tras superar la frontera, entre Sudáfrica y Mozambique, observamos que el asfalto que nos había conducido hasta allí había desaparecido, y en su lugar sólo había arena, los pocos coches que aquí llegaban lo primero que hacían era deshinchar ruedas, y pronto nos enteramos porque.

Nos dirigimos con rumbo al Índico para alcanzar un restaurante donde degustar una mariscada, se acercaba la hora de comer y el hambre crecía por momentos, pero la pista se iba convirtiendo en río de arena y el río de arena en dunas cubiertas de vegetación, fue divertidísimo, nunca habíamos llegado a un restaurante al pie del mar por dunas. Como siempre suele ocurrir en estos casos que hay hambre y el precio es muy razonable, pedimos mucho más de la cuenta, además de langostas y otros animales parecidos, varios kilos de gambas a la parrilla, calamares, mero, mejillones, y todo regado con un exquisito vino blanco llamado “Vinha verde”.

Superada la comida nos quedaban 100 kilómetros de pista y un ferry para llegar a nuestro hotel de Maputo.

La gente que nos encontramos, toda de color, tenía una forma de ser mucho más parecida a la nuestra, eran abiertos, simpáticos, agradables, muy campechanos, la herencia portuguesa y el carácter latino contrastaban y mucho, con la sobriedad y rectitud de los países anglófilos que habíamos visitado hasta entonces. Personalmente y creo que la gran mayoría de los expedicionarios nos enamoramos de Mozambique y sus gentes.

Bajo la luz de la luna que empezaba a ser llena, llegamos a la capital del país y gracias a la ruta de Alex y los mapas que nos facilitó nuestro buen amigo Jaume de La Roca, llegamos sin ningún contratiempo a nuestro hotel, aunque Cisco nos quería invitar a cenar por ser su cumpleaños, (hacía varios días que lo había propuesto), sólo los más jóvenes del grupo y un par de zampabollos tuvieron la osadía de comer algún pequeño sándwich, ya que tras la pantagruélica comida de la playa era imposible tener hambre.

La mañana del día siguiente, se usó para hacer compras en el original y muy entretenido mercado artesanal de la ciudad, el regateo y la paciencia eran del todo obligatorios para los amantes de los “pongos”, palabra que según nuestro buen amigo y compañero en este viaje, Joan Papió, define a un recuerdo o souvenir que cuando lo desembalamos de la maleta nos preguntamos ¿Dónde lo pongo?

La comida de ese día la hicimos en una preciosa playa blanca, pero en vez de marisco comimos un excelente pollo asado, marinado con especies que nos supo a gloria celestial, estaba buenísimo. Fotos a las barcas, a los pescadores, a los paisajes, al mar, mejor dicho al Océano Indico, sonrisas con los nativos, en fin un buen rollo insuperable. Hasta Jesús dio a un niño 10 euros por un par de paquetes de toallitas ¡¡¡, el crío cuando vio el dinero se emocionó tanto que no sabía si besarle, abrazarle o marchar corriendo, al final le dio un sentido apretón de manos a Jesús que creemos también se emocionó un poquito.

Por la tarde salimos hacía Sudáfrica, en la frontera de Mozambique, un par de despistes fueron aprovechados por los aduaneros para sacar unos rands a Jesús y Juan.

PARQUE NACIONAL KRUGER: ¿VEREMOS EL LEOPARDO? Cruzamos de nuevo a Sudáfrica y buscamos un camping a 10 kilómetros del Parque Nacional del Kruger. La acampada como todas las anteriores fantástica, amplio espacio, circulo muy perfeccionado, buena iluminación, comida al punto de gusto de cada uno, charla animada, whisky breefing insuperable, un ambiente de autentica camaradería y compañerismo.

Al día siguiente, sólo había un objetivo, entrar al Kruger y ver el leopardo. Búfalos, elefantes, leones, guepardos, rinos, antílopes, jirafas, cebras ya habíamos visto suficientes, ahora el tema era encontrar al escurridizo leopardo, bueno, y si veíamos hipopótamos fuera del agua, o cocodrilos en acción también nos pararíamos para verlo.

Con ese deseo empezó el día, pero el leopardo no apareció, sólo unos hipos pero sin abrir la boca y además dentro del agua y un aburrido cocodrilo que no se movía ni con los gritos de Tarzán. Por lo demás vimos de todo, incluidos los intrépidos facoceros y cómicos babuinos que se colaban en todos los lugares de picnic, donde decidíamos comer o parar.

Acampamos en lugar seguro dentro del Parque Nacional y mantuvimos la alegría de días anteriores, a pesar de no haber visto al felino más deseado y poco visto.

Justo antes del amanecer el grupo se partió con la única misión de encontrar al leopardo, el grupo de Alex, vio muchos leones, algunos muy de cerca, búfalos, elefantes y 2 leopardos. ¡DOS LEOPARDOS ¡ Ahí es nada.

El otro grupo, en el que iba yo, fue menos afortunado en cuanto a los leones, ya que vimos un par y sólo el coche de Jacoste lograba hacer fotos impresionantes del macho vigilante. Tuvimos la suerte de ver uno de los leopardos que vio el grupo de Alex, y vivir una auténtica escena del National Geographic, ya que el leopardo estaba tumbado cerca de un gran árbol al lado de una embarrada charca de agua, donde un viejo búfalo estaba bebiendo, tras un intento fallido de un grupo de impalas para beber, vivimos una escena entrañable y del todo mágica. Un par de jirafas adultas llegaron a la charca, tras estudiar detenidamente al leopardo, pasaron por detrás del árbol donde aparentemente dormía el felino. A los pocos minutos aparecieron tres jirafas más, un macho, una hembra y su pequeña cría, los tres se detuvieron a unos 50 metros del leopardo, el macho dio unos cuantos pasos en dirección al depredador para estudiar la situación, todo ocurría muy lentamente, pasados unos minutos, el macho se dirigió donde estaba su compañera con la cría, macho y hembra se rozaron las dos bocas, se lamieron los hocicos y como una exhalación el macho jirafa se dirigió al leopardo, plantándose a menos de dos metros de la fiera en plan amenazante, el felino se levantó y saltó sobre un tronco roto que estaba al lado del gran árbol, las otras dos jirafas que habían estado impasibles durante todo este tiempo se acercaron amenazantes hacía el leopardo, que acobardado huyó trepando como un rayo a lo más alto del árbol, desapareciendo de nuestra vista. Entonces, con la tranquilidad que el enemigo ya no era tal, las jirafas y su cría siguieron su camino.

Realmente fue tan bonita esta experiencia que por eso la he querido compartir y contar como la vivimos, me impactó especialmente el beso que dio el macho, sabedor del peligro que corría, como las despedidas de los kamikazes en su última cena, sin duda fue un espectáculo de amor y supervivencia inenarrable, vivida en vivo y en directo.

Luego, tras comer en un área rodeados por calaos y todo tipo de pájaros con plumaje muy vistoso, vimos el cocodrilo nadando y saliendo del agua, cinco o seis hipopótamos fuera del agua, amén de un par de rinos, elefantes varios y búfalos, que nos permitió ver en un mismo día los cinco grandes.

Por la tarde nos reencontramos todos en el campamento y para celebrar el éxito, fuimos al restaurante donde los que quisieron degustaron las deliciosas preparaciones de carne de kudú u otras menos exóticas pero igual de sabrosas de carne de buey o ternera, regados con vinos de la tierra o cervezas aromatizadas. La cena fue una deliciosa combinación de sabor y agradable tertulia que cambió el habitual fuego de campamento del whisky breefing por la mesa del restaurante. Por cierto, hay que reseñar que María y Maica durmieron en una confortable cabaña que la organización quería sortear y que todo el resto de participantes cedió sin dudarlo ni un minuto a las dos chicas.

Como el Kruger nos dio tanto, decidimos guardar en la memoria esos momentos vividos y salir lo antes posible, pero como el Kruger es el Kruger, antes de abandonarlo, vimos cruzar delante nuestro una manada de búfalos, les dimos como siempre, preferencia de paso y cuando hubieron cruzado la carretera seguimos nuestra marcha. A unos 500 metros había una charca y sorpresa, empezaban a llegar búfalos a beber, Cisco empezó a contarlos, al principio era fácil, pero cada vez llegaban más y más, la cola estaba a más de 500 metros de allí, los animales que cruzaron la carretera era la parte final de una gigantesca manada de decenas de búfalos, Cisco se cansó a los 200 y pico, fue un colofón fantástico en una reserva de animales única e insuperable, el Kruger National Park.

EL FINAL SE ACERCA Salimos del Parque y tomamos un pequeño café expreso en el primer pueblo que encontramos, estábamos algo tristes y para animarnos pusimos la canción del grupo The Triangle, Applejack, la de la Damm en Menorca, ya sabéis. Marta y María Jacoste mostraban orgullosas sus magnificas fotos, antes de seleccionar las mejores para el famoso concurso fotográfico del Multiespai, que tendrá como premio un soberbio mojito en la categoría adulta y una hamburguesa no picante con refresco en la categoría infantil.

Empezamos con la espectacular ruta “The Panorama” y el Blyde Canyon con los tres Rondavels de acompañamiento, que pudimos admirar desde un mirador ubicado estratégicamente al borde de un altísimo precipicio, realmente fue una vista espectacular del Cañón, el río y las geoformaciones montañosas que lo rodeaban.

Luego una pista para llegar a una pequeña cascada que decepcionó un poco, especialmente por el mal tiempo, en forma de minúscula llovizna que nos estaba acompañando y molestando desde hacía unos minutos.

Con el cielo encapotado, amenazando lluvia, y con la última acampada prevista y sólo un par de días más de viaje, la gente estaba algo apenada, pero como siempre, y de esto Papió sabe. Sorpresa ¡¡¡ el grupo retenido por Alex a base de miradores cubiertos por niebla y cafés en bares típicos, dio tiempo a Territori de preparar un alojamiento para pasar la noche muy especial.

Cuando Alex recibió la llamada de que todo estaba a punto, los expedicionarios salieron bajo la lluvia por una carretera estrecha y con curvas, todo hacía presagiar la peor noche del viaje, a los 10 kilómetros, se llegó a un pequeño pueblo que parecía estar sacado de la noche de los tiempos, sólo el asfalto del suelo enturbiaba la imagen de una aldea creada hacía más de 150 años. Aparcamos los coches y se nos dice que cerremos los ojos porque a partir de ese momento retrocederemos al año 1850, en plena fiebre del oro, y así fue, el Hotel y sus habitaciones estaban igual que en ese tiempo, candiles, cama hiperconfortable con edredones de los de antes, enorme bañera sin ducha, periódico de la época, jabón en botella de vidrio, nada de plásticos, una verdadera experiencia de donde se alojaban los mineros que tenían suerte en la búsqueda del oro. Cenamos el buffet del Hotel y todos los expedicionarios coincidieron que fue una bonita e inesperada sorpresa la que nos tenia reservada Territori 4x4.

Al día siguiente fuimos al viejo cementerio y a las minas abandonadas y las que actualmente están activas, donde aún se extrae el precioso y dorado elemento.

En el último momento, Juan sufre un dolor muy fuerte que parece ser un ataque de piedra del riñón, el dolor es tan fuerte que Juan no puede conducir y lo traslado al Hospital más cercano, cuando llegamos, nos dicen que el centro de salud esta en huelga y no hay nadie para atendernos ¿Nos imaginamos esto en nuestro país?, nos indican donde encontrar un médico privado, llegamos a su consulta, pero no está, desde allí nos indican como llegar a otro médico, que por fin nos atiende y en pocos minutos le da un tratamiento de gran eficacia que libera al pobre Juan de un dolor insoportable.

Llegamos a Nelspruit donde nos alojamos en un Hotel de moderno y bonito diseño, comemos en un restaurante situado en un mirador que ofrece una magnifica panorámica de la ciudad.

Pasamos la tarde ordenando las maletas, ya que al día siguiente nos iremos, descansando o mirando las miles de fotos que hemos hecho.

A las 7 y media, nos metemos los 25 en 4 coches y nos dirigimos al restaurante para cenar. Cisco fiel a su palabra nos invita a champagne francés que nos hace volver a cantarle le Cumpleaños feliz, no me acuerdo de cantos años hacía, quizás 46, pero eso a nadie le importaba, lo verdaderamente bonito era la gente, los compañeros de un viaje tan duro, de tantas horas en el coche, de tantas peripecias, en tantos países, y sin prácticamente incidencias, y las que hubo, solucionadas por la unión y solidaridad de todos. Eso es lo que nos queda, la experiencia del viaje y que lo peor del mismo fue el momento de acabarlo, que todos hubiéramos seguido, quizás Juan con su piedra no tanto, pero sin piedra seguro que también.

Al día siguiente autopista, visita rápida a Pretoria, capital de Sudáfrica, devolución de coches, donde nos trataron maravillosamente bien y nos dejaron pasar todas las rayadas, y varios temillas que teníamos serias dudas que aceptaran, ¿Verdad Pep y yo mismo?

Traslado al aeropuerto y para casa.

En resumen un viaje inolvidable y soberbio, por todo lo visto, por todo lo vivido, por todo lo sentido y especialmente por todos las compañeras y compañeros que lo hemos compartido y que sin duda ha sido lo mejor del viaje.

Gracias a la pequeña y locuaz benjamín del grupo Laura, su hermana María futura fotógrafo del Nacional Geographic, a la artista y guitarrista Janna, al simpático y vivarachero Jordi, a la encantadora y tímida Judit y a su hermana la siempre risueña Janna. A Javier y Laura que tanto enriquecieron con sus opiniones y acciones al funcionamiento del grupo. A Jesús Ferrer resolutivo y eficaz como siempre, a la colaboradora Merçe su esposa. Al puntual y animador Cisco y a su diligente esposa Anna. A la eterna juventud de María y la complicidad de Maica. A los entrañables Pep y Marta, posible ganadora del concurso fotográfico. Al imprescindible y eficiente Joan Papió. Al enfermo de última hora y siempre osado Juan y su decidida esposa Isabel, a Joan Lorca, permanentemente optimista y positivo junto con su esposa Carme, pendiente siempre de socorrer animales en problemas. Y por supuesto a mi amigo Alex de Multiespai y su esposa Remei que fueron en todo momento unos motores insuperables, en la preparación y durante todo el viaje. Por último, quiero dar las gracias a la que en mi corazón es la primera y más importante persona de mi vida, mi querida Julia, por ser como es y compartir conmigo un viaje muy parecido al que hace años, cuando éramos mucho más jóvenes, hicimos juntos y en solitario.

Jordi Tobeña

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